Barcelona tiene un encanto y un “filin” que no encuentras en otros lugares de España. Es definitivamente la ciudad más cosmopolita de este país Europeo; y si te gusta la arquitectura te darás banquete.
Esta vez pude disfrutar de la playa (con aforo restringido y distancia de seguridad), del buen clima de verano, y del caminar las calles y avenidas de Barcelona a todo aire. La ocasión anterior había ido a Barcelona a final de Septiembre, en los días de la Mercè, y la experiencia había sido muy distinta.
Jugar a perderme entre las calles del barrio gótico, se convirtió en mi entretenimiento favorito. Disfruté sobremanera doblar y doblar esquinas, sin poder regresar a la misma calle. Y cada pequeña plaza, cada callejón, me revelaba algún tesoro arquitectónico o gastronómico....Así, en un mismo día, desayuné unos poffertjes holandeses bañados con azúcar glacé; almorcé un gazpacho andaluz con camarones al natural; y cené con un sabroso pollo tikka masala...Eso sin mencionar varias “paradas técnicas” para merendar algún “pan tumaca” con foie, jamoncito o anchoa.
Además de disfrutar del largo y majestuoso paseo marítimo (5 kilómetros), de la divertida y típica playa de la Barceloneta, y de subir por los teleféricos, desde el puerto, a Montjuic, para admirarme con sus maravillosas vistas de la ciudad; saqué tiempo para recorrerme varias veces la Rambla, el Paseo de Gracia, volver a admirarme con la Sagrada Familia y conocer el Parque Güell. También pude disfrutar de un hermoso amanecer desde Miramar; y un atardecer inolvidable desde los Bunkers del Carmel (mi mejor descubrimiento del viaje...no quería irme del lugar...una vista 360• de Barcelona).
Estoy segura de que la próxima vez que regrese a Barcelona, descubriré nuevas joyas, nuevos espectáculos y tesoros que esta ciudad inagotable tiene para ofrecer.
Lissette
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