La suerte de que Disney rescatara a la legendaria Mary Poppins en el 2008, hace que mi referencia a la mochila “a lo Mary Poppins” no necesariamente revele mi edad 🙃
Hoy te cuento de mi afición de andar con una mochila, bolso o cartera al estilo de Mary Poppins: ¡Preparada para lo que venga y pueda necesitar!
Quizá porque recuerde que mi abuela Polina andaba siempre con un pañuelo, un abanico, mentas, quizá mentol y alguna aguja e hilo en su cartera (adicional al acostumbrado monedero, polvo de cara, y cualquier otra necesidad femenina); me hizo notar desde pequeña la importancia de andar preparada.
Ya cuando me tocó ser madre, y a pesar de que hasta los dos años mi hijo se alimentaba sin necesidad de biberón (por lo que nunca me vi con la necesidad de andar con los acostumbrados bolsos donde se cargan los envases de fórmulas infantiles, agua para mezclar, biberones, etc); me acostumbré a andar con pequeños juguetes, toallitas húmedas, alguna muda de ropa, medicamentos de emergencia, manta para colocar en el suelo e improvisar un área de juego o picnic para mi hijo, allí donde llegáramos….En otras palabras, buscaba ser una madre práctica y preparada; y a la vez rescataba a alguna otra madre de niños pequeños en el camino.
En los tiempos en que a mi hijo le tocó recorrer algunos pueblos y ciudades del interior del país en competencias de judo, mi “mochila Mary Poppins” había crecido con algunos elementos de primeros auxilios, calzados, meriendas y todo lo que me iba dando cuenta que en el grupo de judocas y padres iban requiriendo…
Mis viajes de mochilera, que ya te he ido relatando en este blog, también me fueron puliendo en las cosas que iba cargando, aún cuando parecieran innecesarias.
Más de una vez ayude a rescatar a alguna sobrina a la que le molestarán los zapatos, sacando unas sandalias más cómodas (ventajas de tener pies pequeños); o a algún sobrino al que se les habían mojado las medias, con un par de medias secas; también a algún compañero de peña al que se le había bajado el azúcar, con algún caramelo, chocolate o galletita dulce; o a algún otro al que se le haya ensuciado su camisa, con mi famosa colección de toallas húmedas (por lo general llevo más de un tipo). Mi mochila de Mary Poppins ha ayudado a todo un autobús a poder seguir su camino, en medio de las Tierras Altas de Escocia, al sacar una cinta que sirvió para amarrar una puerta que no quería cerrar.
Son muchos los ejemplos en los que puedo pensar; pero mi punto es que, dependiendo de a donde vayas, de las personas que te vayan a acompañar, del clima, de las actividades que vayas a realizar (Ciudad, montaña o playa), sería una buena idea recordar a Mary Poppins y su habilidad de sacar mágicamente de su bolsa, todo tipo de cosas que pudieran facilitarte la existencia y ayudar a seguir el camino.
Lissette
Comentarios
Publicar un comentario