“El disfrute del hacer nada”, un concepto que es muy popular entre los italianos, y que me llamó la atención el mismo día que lo escuché.
A mi parecer es un arte, el saber disfrutar del hacer nada; y una necesidad, que la humanidad debería incorporar a su estilo de vida. Yo, que lo practico habitualmente y lo recomiendo, te aseguro que te recarga las energías y te drena ansiedades....Y te aclaro que la filosofía detrás de tan inusual practica, no puede estar más alejada de la vagancia o la pereza.
Hacer un alto en un vida, no para dormir, no para descansar porque se está cansado o enfermo, no para ingerir algún alimento o para darse un masaje; es hacer un alto para literalmente hacer nada, ¡y disfrutarlo!
En un mundo en el que la rapidez y la hiperactividad está a la orden del día; bajar el interruptor de la actividad y ponerse en off, pero con los ojos abiertos, es un deleite que invito a que experimentes.
Ver la gente pasar, ver las hojas de los árboles moverse, contemplar el vaivén de las olas, o el correr de un río, sentir plácidamente tu respiración, observar el viaje de las nubes y apreciar las caprichosas formas que dibujan en el cielo; todas estas no-actividades son ejemplos de la practica de “dolce far niente”.
Sin saberlo, cuando era niña, acompañaba a mi sabio abuelo paterno Mero, a “disfrutar de hacer nada” en la acera de enfrente de su casa: Cuando llegaba de su largo día de trabajo en el campo, comía, se bañaba, y cruzábamos a ver los carros y la gente pasar hasta que caía la noche; él lo llamaba “ventear”. Fruto de esos días venteando con mi abuelo, hoy aprecio y disfruto de simplemente hacer nada.
¿Te animas a “dolce far niente”?
Lissette
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